Vistas de página en total

martes, 23 de abril de 2013

Amor de un solo día


*                                                         Amor de un solo día

“Solamente pasaba diez minutos con el amor de su vida, y miles de horas pensando en él.” Pablo Coelho

-Todo comenzó una mañana como cualquier otra. Me dirigía a la escuela desde la estación del tren de Bayamón. Lo único especial de ese día fue que era el último día de clase. Como en los mejores días de la vida, todo empezó sin grandes eventos. Esperaba que hoy fuese uno de esos días en que lo único impresionante era que no volvería a ver la escuela hasta que comenzara el noveno grado. Tal y como esperaba, el día en la escuela fue nada espectacular. En fin, nada me llamaba la atención. Los pocos amigos que tenia en la escuela compartían conmigo jugando online  y francamente ninguno estaba con ninguna nena, por lo que no era un tema. Nos la pasábamos hablándonos mientras jugábamos de lo buenas que estaban pero la verdad no pasaba de una pervertida fantasía.
Tal y como esperaba, en el día no pasó nada impresionante. No podía esperar salir de, posiblemente la más estúpida escuela del siglo 21 que para hoy ya se ve como cualquier otra. Quería llegar a casa y conectarme a jugar online, disfrutar un poco de las  vacaciones antes de  comenzar a trabajar en el verano para ayudar en mi casa. Cuando salí, creo que casi corrí hasta el tren mientras empezaba a jugar desde mi celular, fue ahí cuando choque con ella.
Al cerrar y abrir mis ojos no me percaté que le había dado con mi mochila a una chica que me dijo: que si estaba ciego y me di la vuelta para pedirle disculpas, pero a los pocos  segundos de verla, el corazón se enamoró de su belleza. De ese ángel con estructuras perfectas para describirla sin gaguear, sin disimular lo que hace sentir al estar cerca de ella. La chica era de mediana estatura , de pelo negro con su pollina “bleach” de rubia-blanco y una cara casi perfecta. Unos ojos azules brillantes medios achinados, pestañas largas y sus cejas combinadas al estilo de sus ojos; su nariz pequeña un poco perfilada, unos dientes brillantes como si fuesen perlas de mar; sus labios hermosos y grandes  que cubren una pícara sonrisa, e invitan  a besarlos. Era toda una princesa. Llena de detalles únicos y difíciles de encontrar, como una mancha de plátano en forma de boca que tenía en su cuello lo que provoca que al mirarla sientes una sensación de amor perfecto. Ahí, mi corazón se detuvo. Era toda una ladrona, me dejó sin palabras. No supe que responder a su inmaculada belleza.
Traté de pedirle perdón para poder comenzar una conversación. “Mala mía” le dije. Ella me ignoró, tenía sus audífonos. Atrevidamente traté de tocar su hombro y cuando ya estaba a centímetros, no... Qué digo, a milímetros de tocarla, ella se volteó. Ahí ella me miró y fue como si me miraran por primera vez. “Mala mía, por el empujón” le dije casi gritando. Todos miraron, y ella se pasmó. Le dije sin razón alguna, mi nombre es Mario, como el del juego de NINTENDO. Ella se burló de la referencia, pues de seguro sabía que era un “Gamer”. La llamé “Miosotis” en referencia a la flor. No sabía cómo liberarme del silencio que acompañó su nombre. Se me ocurrió preguntarle si le gustaba jugar online pero no me atreví. No fue necesario, ella me preguntó emocionada “¿Ese es el nuevo first person shooter que se puede jugar desde el celular?”. Sorprendido dije, que sí. A los pocos segundos se escuchó una voz digitalizada diciendo “Próxima parada, Jardines” No le presté atención hasta que ella se levantó, no supe qué hacer ni qué decir y sólo dejé  que ella dijera “Nos vemos” mientras me miraba. No supe qué hacer ni qué decir. Me desesperaba, me ahogaba por decirle lo que sentía por ella, pero mi timidez no me dejó. No se me ocurrió pedirle su número de celular ,ni  su email , Facebook., su nickname para conseguirla online…NADA. SE me nubló el cerebro y quedé paralizado.
 Entonces se detuvo el tren abrió sus puerta y ella salió. Mi mirada la siguió hasta que  se perdió en la muchedumbre y noté que ella también me miró. No supe que hacer, perdí el oxígeno de mis pulmones, la saliva de mi boca, la sangre de mis venas. El mundo se volvió silencio, el celular perdió vida. “Bayamón” Llegó el tren, acabó mi vida.

 Si alguien en la red sabe quién es ella, ayúdenme a encontrarla. La buscaré en los alrededores de la estación  “Jardines” hasta que pueda  encontrarla, me vestiré con un mameluco azul, camisa roja.
Si  conocen a Miosotis, díganle que la amo, que la extraño, que me devuelva la vida.
Cuando la chica de mediana estatura, de pelo negro y pollina "bleach"  iba a tomar el tren en la estación Jardines, observó el papel que colgaba sobre la pared. Le llamó la atención el color violáceo de la envoltura , tomó el papel en sus manos y comenzó a leer.
– Todo comenzó una mañana como cualquier otra…

No hay comentarios:

Publicar un comentario